jueves, 25 de agosto de 2011

Queridos tertulianos de la habitación vacía:
Hoy es uno de esos días, un vacío me invade, pero no siento frío, ni dolor, ni pánico o tristeza. Se trata de un vacío conmovedor y cálido, casi ardiente, que parece recorrer todo mi cuerpo, lenta y rápidamente a la vez. Y me pregunto que será, porque me siento tan fuerte y tan frágil, tan acompañada del mundo como solitaria en un rincón.

Tal vez es que todo termina, las luces se apagan, la música ya no suena, estridente y repetitiva, en mis oídos, y cuando cae la noche, busco el calor en alguna vieja sudadera en lugar de salir a la calle a gritar al cielo que la vida es corta y la quiero disfrutar. O tal vez, y sólo tal vez, este vacío es una ilusión, una mera invención de mi mente para recordarme que sigo viva, que me queda tanto, tantísimo, que el día que lo descubra, las horas se harán segundos y miraré hacía atrás, pensando en lo eterno que parecía todo entonces y lo efímero que era en realidad. 

Y entonces, recordaré los grandes momentos que son, siempre, los que resultan pequeños e insignificantes para los demás. Recordaré la letra de una canción, las lágrimas escondidas tras unos cristales de espejo, las miradas que lo dicen todo y las que no dicen nada, los besos, pero no aquellos de las noches sin alma, si no los que te dejan sin aliento cuando intentas rehacerlos en tu memoria, recordaré todo aquello que ahora me resulta estúpido y me reiré de lo estúpida que soy ahora y de lo estúpida que espero seguir siendo siempre. 

miércoles, 24 de agosto de 2011

Queridos tertulianos de la habitación vacía:
Es curioso, de nuevo nos volvemos a encontrar. No os había olvidado, simplemente había dejado que el polvo os cubriera hasta olvidar todo lo que me ayudáis, aun sin abrir la boca. Y os veo aquí, vuestras miradas expectantes, el silencio nos rodea y alguien mete la mano en la enorme bolsa de caramelos, comienza la tertulia.

Escoge el sabor que más te guste. Limón, ácido, como las noches sin luna que paso mirando el techo, esperando que algo mágico ocurra y rompa con todo, con todos, conmigo. Recuperar la esencia, como aquellos caramelos de antaño, que sabían a fresas salvajes y montañas de nata. La esencia, poco a poco la perdemos, con cada paso, con cada mirada, con cada palabra o cada pequeño movimiento perdemos parte de lo que somos, como un sugus que lleva demasiado tiempo en el bolsillo de un pantalón, esperando que alguien le descubra...

Descubrirme, como sólo vosotros sois capaces de hacerlo, como ahora mismo, cuando no puedo evitar releer estas palabras y sonreír, como cuando encuentras una vieja fotografía entre las páginas de un libro, como cuando te das cuenta que en la página de ese libro hay una frase preciosa, como recordar que esa frase te recuerda a alguien, y entrar entonces en una espiral de recuerdos, momentos, sonrisas, miradas, besos, olores, sabores, como los caramelos entre cuatro paredes de tonos pálidos, como las tertulias en el silencio, como las noches con mis cuatro locos silenciosos.