sábado, 15 de octubre de 2011

Queridos tertulianos de la habitación vacía:
He pasado noches en vela con preguntas insaciablemente tontas, y me he despertado con respuestas estúpidas y dispares como sonríe, mira la tele, estudia, y serás perfecta para el mundo. Sin embargo, llego a conclusiones mucho más fantásticas cuando las preguntas son letras de canciones mal cantadas, y las respuestas un par de frases contradictorias en conversaciones a media tarde. 

¿La respuesta? Que sí, que claro, que nos encanta. Los errores son nuestra religión, y todo ese cuento de que queremos aprender de ellos es tan incierto como decir que el sexo es un tabú, la política social una realidad y las matemáticas algo útil. Todo eso de que pasamos la vida en busca de la perfección, no. Fingimos que eso es lo que buscamos, pero perseguimos equivocarnos, no queremos ver la tele, queremos enloquecer con palabras retorcidas, frases incomprensibles e historias fantásticas, con libros cubiertos del polvo de la desculturización, no queremos sonreír, queremos llorar de alegría, reírnos de personajes amarillos y creer que la felicidad es inalcanzable observando un cielo repleto de estrellas que huyen de nosotros, no nos gusta estudiar, adoramos las verdades ocultas entre los libros de texto, las frases que quedan en el aire, y los silencios que cuentan historias prohibidas y no, claro que no queremos ser perfectos para el mundo, queremos y deseamos ser perfectos única y exclusivamente para nosotros mismos, con todos nuestros errores y equivocaciones, con todas las veces que nos arriesgamos y nos lanzamos a un precipicio sin saber lo que vendrá después. 

Nos encanta.