jueves, 17 de noviembre de 2011

Queridos tertulianos de la habitación vacía:
Otro día más, y me pides que termine. Y puede que pase noches sin dormir, pensando mil tonterías sobre la apariencia, la esencia y unos cuántos locos que pasaron a la historia me acompañen. Pero a pesar de ello, aunque la noche se haya convertido en día y el día, en una continuación somnolienta del ayer, seguiré viniendo aquí, a pesar de tus gritos, de tus miradas hostiles porque paso más tiempo aquí que allí. 

Allí no es un lugar, es sólo un recuerdo de lo que anhelo, una mentira. Y os miráis, y parece que todavía te brillan los ojos, y que él espera pasar todos los días cumpliendo tus deseos. Pero yo ya no creo en los cuentos, las hadas y el polvo de estrellas. 

martes, 1 de noviembre de 2011

Queridos tertulianos de la habitación vacía:
Un frío insensible, mientras afuera el sol brilla negando el saludo al gris noviembre, mientras muchos despiertan de una noche importada, de un recuerdo edulcorado con risas y cubatas, mientras otros, lanzan la mirada atrás, en el triste principio del final, floreciendo sobre viejas lápidas ramilletes de solitarias flores y lágrimas. Todo comienza a cambiar. 

Un frío insensible, el mío. El de los silencios, y los monosílabos como único lenguaje. El de las lecturas obligadas, las realidades distorsionadas y las viejas glorias sonando al máximo sobre una alfombra que te ve bailar y lanzar la mirada al techo. ¡Cómo si el blanco yeso pudiera corresponderte! ¡Cómo si fueses tú capaz de sentir lo mismo que el yeso!
Y el calor del sol rozándote, pidiendo una nueva oportunidad, susurrándote que será diferente, que ahora todo es diferente. Deshazte de los abrigos, de los calcetines hasta las nubes, de tus queridos guantes, gorros y bufandas, el sol lo ha prometido, ya nunca lloverá en tu corazón, en tu mente o en tu mirada.


Pero la lluvia siempre vuelve y, así, al menos, parece que no sólo yo estoy helada.