martes, 1 de noviembre de 2011

Queridos tertulianos de la habitación vacía:
Un frío insensible, mientras afuera el sol brilla negando el saludo al gris noviembre, mientras muchos despiertan de una noche importada, de un recuerdo edulcorado con risas y cubatas, mientras otros, lanzan la mirada atrás, en el triste principio del final, floreciendo sobre viejas lápidas ramilletes de solitarias flores y lágrimas. Todo comienza a cambiar. 

Un frío insensible, el mío. El de los silencios, y los monosílabos como único lenguaje. El de las lecturas obligadas, las realidades distorsionadas y las viejas glorias sonando al máximo sobre una alfombra que te ve bailar y lanzar la mirada al techo. ¡Cómo si el blanco yeso pudiera corresponderte! ¡Cómo si fueses tú capaz de sentir lo mismo que el yeso!
Y el calor del sol rozándote, pidiendo una nueva oportunidad, susurrándote que será diferente, que ahora todo es diferente. Deshazte de los abrigos, de los calcetines hasta las nubes, de tus queridos guantes, gorros y bufandas, el sol lo ha prometido, ya nunca lloverá en tu corazón, en tu mente o en tu mirada.


Pero la lluvia siempre vuelve y, así, al menos, parece que no sólo yo estoy helada.

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