jueves, 15 de diciembre de 2011

Queridos tertulianos de la habitación vacía:
Amanece. Un ejército de nubes de algodón se dispone a atacar al cielo, más azul y más profundo que de costumbre. Comienza la guerra, y parece que se funden, los ejércitos y el cielo, en pinceladas sobre el lienzo de la mañana. Aparece allí, a lo lejos, impasible a la batalla que se libra sobre él. Con aspecto carcelario, y un interior helado por primera vez en años, mientras cientos de autómatas ataviados con mochilas y sueños encerrados se acercan a él. 
Soy como todos ellos, con la mirada perdida en el suelo y el frío calado en el cuerpo. Y pensando en problemas insensatos con números y ecuaciones, vuelvo a mirar al cielo. 

Me he perdido la batalla. El cielo ha terminado con los ejércitos fucsias, y ha vuelto a tener ese tono pálido, triste, el azul de todos los días. Y me he perdido la batalla. Era única, e irrepetible. Y yo, con la mirada perdida en el suelo. 

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