Queridos tertulianos de la
habitación vacía:
Siento decepcionaros, ya sé que
lo hago continuamente por otras razones, pero hoy no escribo para vosotros ni,
por supuesto, tampoco para mí. Escribo para alguien que me conoció cuando era
más cría por fuera que por dentro, no como ahora.
-------
Así pues, a mi ángel de alas
plateadas:
Podría cansarme de contar las
veces que he cerrado los ojos y simplemente he deseado que al abrirlos
estuvieras ahí, dispuesto a repetir todas tus batallas, por terribles que
fuesen, con una sonrisa en los labios sólo para rescatar a la mía de la puta
oscuridad. No es que sea difícil hacerme sonreír, es que nadie consigue
embotellar la esencia de mi felicidad así como tú lo haces.
Verás, lloro por muchas razones.
No, tranquilo, todo va bien. Pero ya sabes cómo soy. Ya sabes de que van esos
días inútiles en los que quiero desaparecer (como hacías tú, ¿recuerdas?).
También he llorado con cientos de películas, unos cuántos libros y un par de
canciones. Y sí, aunque lo odie, también he llorado por algún que otro
gilipollas. Pero cuando lloro por ti es porque sonreír se me queda corto. Porque,
joder, en mi vida me han dado unos abrazos como los tuyos, casi nunca me he
creído los te quieros como me creo los tuyos, nunca han escrito sinceridad en
cada sílaba que me decían, nunca como lo haces tú.
Y vale, puede que alguien piense
que te tengo sobrevalorado. Que es porque la distancia (venga, aceptemos que no
es tanto lo que nos separa, pero nos puede la perrería) nos hace acercarnos aún
más, que nos hace ver sólo las cosas buenas. Pero es que, todavía no he visto
nada malo en ti. Porque si alguna vez me has fallado, créeme, no lo has hecho,
ha sido porque no sólo me necesitas a mí en la vida. Porque no todo iba a ser
sólo cuidar de mí. Y eso está bien, joder tío, eso está de puta madre.
Que, ¿sabes? No me gusta incluir
a demasiada gente en la lista del futuro, pero a ti te tengo en un primer
puesto honorífico. Y me sobran las razones para que sigan ahí por muchos,
muchos, muchos años. Porque en ti tengo al hermano mayor y al pequeño. Al mayor
por cuidarme como nadie, por cada consejillo, cada mensaje de “Ei, sigo aquí,
para todo. Te quiero” y al pequeño porque cada vez tienes cien nuevos rasguños
que explicar, un par de chistes malos que contar mientras, expectante, escuchas
cómo me parto de risa y alguna frase tonta que decirme con vocecitas cada día
más raras.
Pero no te cambio. Por nada.
Nunca lo haría.
Te quiero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario